
La entrada Un nuevo Congreso de redes sociales con Jack Dorsey como reclamo, bajo sospecha de ser un auténtico fraude aparece primero en http://bit.ly/2vqboeP
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Cada cambio aparenta ser un fracaso cuando va por la mitad.
Gran parte de la literatura de autoayuda se centra en intentar animarnos para continuar persiguiendo nuestros “sueños”.
Si te está costando alcanzar tus objetivos o ya has desistido, un aluvión de frases positivas y eufemismos animadores acuden a tu rescate emocional en las redes sociales, sentencias insertadas en imágenes que pretenden ser inspiradoras, pero que casi siempre se quedan solo en cursis.
Si has invertido una gran cantidad de esfuerzo y recursos sin resultado, algún gurú del pensamiento positivo te dirá, por ejemplo, que no has fracasado. sino que “abandonaste antes de dedicar el tiempo suficiente”. Yo no sé si esta reinterpretación bienintencionada me animaría o haría que me sintiera más “pringao”: ahora resulta que estaba a punto de lograrlo cuando decidí dejarlo, maldita sea.
Asimismo, cuando has andado gran parte del camino sin vislumbrar resultados, este consejo zen pretende mantenerte en ruta: “No desesperes si aún no lo consigues, quizás solo estés echando raíces”. Lo pillo, es una metáfora que intenta mostrar que, aunque de momento no haya frutos, estás consolidando las bases del proyecto. Pero eso de las raíces lo veo un poco teórico-tristón, suena a que la cosa va a ir muy lenta.
Puestos a elegir, cuando veo que mis esfuerzos no tienen la recompensa que yo creo que merecen, prefiero la reflexión de la psiquiatra Elizabeth Kubler-Ross:
Cada cambio aparenta ser un fracaso cuando va por la mitad.
Y es que me identifico mucho con esa sensación frecuente de que los proyectos parecen que no van a alcanzar nunca la meta, por mucho que perseveres. En este sentido, Doris Lessing, la Nobel de Literatura, resalta la importancia del tesón cuando reconoce que el talento es algo bastante corriente, que “lo que escasea es la constancia, no la inteligencia”.
Seguramente tú también has comprobado que muchos profesionales exitosos no son especialmente brillantes, pero sí muy trabajadores. Es práctico recordar que los primeros avances son los más difíciles, porque nos obligan a realizar nuevos aprendizajes, crear nuevos hábitos y abandonar los improductivos y, sobre todo, a aceptar los fracasos como parte del proceso sin que cunda el desánimo.
Se puede y se debe aprender del fracaso, pero el más importante y necesario aprendizaje tras fracasar, es aceptarlo. Cuando iniciamos un nueva andadura nos parece un mundo todo lo que queda por hacer. Pero es curioso que, tras alcanzar un logro, cuando volvemos la vista atrás para analizar la trayectoria de ese éxito, tendemos a pensar que fue más fácil de lo que fue, porque perdemos de vista los obstáculos que tuvimos que superar.
Como motivador de profesionales y equipos, mi experiencia me dice que el abandono de un proyecto o el fracaso en la persecución de un objetivo se debe especialmente a uno o varios de estos cinco factores:
La falta de resultados o los resultados negativos son el principal motivo de abandono. Y con razón.
Necesitamos obtener algún logro de vez en cuando, que nos permita continuar en la carrera y que insufle la motivación necesaria. La resiliencia se alimenta de los éxitos, por pequeños que estos sean. Si estamos poniendo casi todo de nuestra parte y los datos muestran que la cosa no va, hay que rendirse a la evidencia.
La falta de conocimiento específico y cualificado sobre el sector, la actividad, las competencias o técnicas, los clientes o los competidores pueden acabar con la mejor de las intenciones.
Muchos proyectos fracasan por ir demasiado deprisa o muy lentamente, por no controlar las expectativas y, especialmente, por no obtener las “ventas”, los ingresos o los recursos necesarios para continuar o para crecer al ritmo necesario.
En muchos casos, he comprobado que la meta o el sueño descrito por el profesional no es tan motivador como quiere creer y, por tanto, la dedicación y esfuerzo no son suficientes. Esta situación suele producirse especialmente en el caso de proyectos que tienen mucha valoración o reputación social y hacen más probable que el candidato se anime a perseguirlos.
Las críticas y la falta de apoyo de profesionales, mentores, colaboradores, inversores o personas cercanas tienden a debilitar cualquier proyecto profesional. En cualquier caso, esta falta de soporte también podría calificarse como un problema de planificación, por no haber sabido conseguir los apoyos necesarios y no haber previsto la presión del entorno.
Muchas veces el fracaso no se produce al perseguir un objetivo, sino al no saber exactamente qué objetivo se está persiguiendo. Si el sueño profesional es etéreo, fracasamos antes de empezar.
Es importante definir con suficiente concreción la meta que se quiere alcanzar para obtener un feedback válido y fiable que nos ayude a decidir cuándo perseverar y cuándo abandonar.
Marisa es una buena profesional con competencias administrativas que quiere aprender nuevas competencias relacionadas con la programación informática. Su objetivo es reinventarse a medio plazo dentro de su empresa actual.
Para dar los primeros pasos, ha decidido realizar un par de cursos gratuitos y breves en una plataforma universitaria online, para valorar después la realización de un curso más avanzado, de mayor duración y coste. Pero me decía que no encontraba la motivación ni el momento para formarse en casa:
— Con lo cansada que vengo del trabajo, me cuesta mucho encontrar el momento para sentarme delante del portátil. No tengo tiempo.
— Y si tuvieras cinco minutos, ¿podrías simplemente sentarte un momento, abrir la primera unidad formativa del curso y dedicarle ese tiempo?
— Bueno, supongo que sí podría estar cinco minutos echando un vistazo al curso.
— ¿Hay algo que te impida empezar ahora mismo? Veo que traes el portátil. ¿Puedes abrir el curso y ponerte a trabajar ya esos cinco minutos?
— Visto así, supongo que podría empezar ya.
Cuando creas que no tienes ganas o tiempo de hacer algo, dedícale un tiempo tan corto que no puedas dejar de hacerlo.
— ¿Cuánto tiempo tardas en hacer una maleta para salir de viaje?
— El tiempo que tengas.
Existen dos formas de gestionar tu vida personal y profesional para dedicar tiempo a alcanzar tus objetivos: al máximo y “como se pueda”.
Puedes hacer que tu proyecto profesional sea tu vida con la dedicación máxima posible.
No se trata de encontrar tiempo adaptando tu vida actual para perseguir tus objetivos, sino de que la persecución de tus metas debe obligar a tu vida a adaptarse de forma gradual. Esta estrategia solo es posible cuando cuentas con recursos económicos suficientes para dedicar tiempo y energía a tu proyecto de forma significativa.
O puedes hacer sitio en tu vida a tu proyecto con una dedicación discrecional
Empieza dedicando a tu proyecto el tiempo mínimo diario disponible y comprobarás que la efectividad de esa dedicación es muy alta: cuanto menos tiempo tienes para realizar algo concreto, mayor suele ser su aprovechamiento.
Por ejemplo, iniciar un emprendimiento como empresario o como autónomo podría requerir una dedicación total desde su inicio o tal vez pueda ser compatibilizado con el desempeño de otras obligaciones, como un trabajo por cuenta ajena o la realización de actividades formativas. Cada proyecto o reto requerirá planes, métodos y dedicaciones diferentes según tu motivación, tu situación personal y tu perfil profesional. Tú decides.
Haz sitio en tu vida a un objetivo o haz que un objetivo sea tu vida.
“Hola, ¿crees en el amor a primera vista o me doy otra vueltecita?”. Esta frase cargada de humor debería ser un arma irresistible para ligar, aunque nunca la he puesto en práctica.
La traigo aquí como una frase divertida que resalta la importancia de la constancia para conseguir lo que nos proponemos: hay que dar las vueltecitas que hagan falta si queremos que nos vaya mejor en la vida personal y profesional.
La persistencia es un valor globalmente aceptado. El tránsito exitoso por cualquier camino personal o profesional pasa por insistir, esforzarse y hacer lo que uno tiene que hacer, especialmente cuando las dudas y las malas emociones nos tientan a desistir o abandonar.
Pero, ¿qué pasa si el esfuerzo continuado no da sus frutos? Esta sería una habitual respuesta de frustración que la mayoría hemos experimentado:
—¿No estoy haciendo ya todo lo que puedo? Creo que tal vez no merece la pena, tal vez debería dejar de intentarlo y pensar en otra cosa.
Durante mis primeros años en Madrid viví en la zona de Cuatro Caminos. Las dificultades que tenía para aparcar en ese populoso barrio me inspiraron la metáfora del aparcamiento, un relato adaptable a cada caso que intenta facilitar la toma de perspectiva para decidir si continuar persiguiendo una meta o abandonarla.
Imagina que vuelves a tu ciudad tras un largo viaje en coche.
Se te ha hecho de noche y estás rumiando que seguro te será difícil encontrar aparcamiento a estas horas.
Por fin sales de la autovía y pones rumbo a la zona donde vives.
Al pasar por tu calle ves luz arriba en tu casa, seguro que te están esperando con algún plato calentito para cenar.
Además, mañana es fiesta local y no tendrás que madrugar. ¡Qué ganas de llegar!
Inicias la rutina habitual buscando el ansiado sitio para tu coche.
Has dado ya la primera vuelta a la manzana sin éxito, y la cosa no tiene buena pinta.
Y así una y otra vez.
Tras diez minutos empiezas a ponerte nervioso.
Otras veces te ha pasado lo mismo, es normal, pero esta noche estás especialmente cansado y ansioso por aparcar, ¡por qué tenía que pasar hoy!
Cambias la ruta y conduces por otras calles a ver si hay suerte, y sigues dando vueltas.
Muchos coches están estacionados en doble fila, pero tú no te quedarías tranquilo si hicieras lo mismo.
Cuando llevas media hora sin encontrar aparcamiento, detienes el vehículo y das un manotazo de rabia al volante.
— ¿Y si dejo el coche en cualquier sitio y ya está?, exclamas con desesperación. ¿Qué hago?, ¡parece imposible aparcar esta noche!
Este ejercicio sobre la perseverancia suelo utilizarlo para ayudar a los clientes que ya han invertido muchos recursos, sean tiempo o dinero, en la persecución de un objetivo o en el desarrollo de su proyecto profesional, sin obtener resultados o avances significativos.
¿Cuál sería tu decisión? ¿Continuarías intentando “aparcar” o abandonarías tu vehículo para plantearte otras opciones de “transporte”?
¿Cuál crees que fueron las opiniones o reacciones de casi todos los profesionales que escucharon la metáfora del aparcamiento? Esta conversación es representativa de sus respuestas.
— Entonces, ¿qué has decidido hacer? ¿Vas a dejar el coche en la vía pública o vas a seguir intentándolo hasta que lo aparques?
— Hombre, ¿cómo iba a dejar el coche así? Habría que seguir hasta que logre aparcarlo, no queda otra. Esto del aparcamiento me lo has contado para decirme que tengo que seguir buscando, ¿no?
— No sé, ¿tú que crees? ¿Debes seguir insistiendo o debes abandonar este objetivo y ponerte con otro?
— En fin, no sé. Ya que he llegado hasta aquí, tal vez tendré que dar algunas vueltas más, ¿no? (…)
Y tú, ¿has decidido seguir intentando aparcar?
Puede resultar inspirador que la gran mayoría de las personas elijan ser perseverantes aún cuando hayan invertido muchos meses o años, sin alcanzar lo que se proponen, incluso sin siquiera haber logrado dar pasos relevantes hacia sus metas.
La insistencia puede ser un valor cuando de insistir se trata. Pero insistir es una actitud muy ineficiente cuando son otras las razones del fracaso.
El mejor consejo que puedes dar a cualquier profesional no es que persevere, sino que persevere siempre que vaya avanzando. La vida profesional no trata de percepciones sobre botellas medio llenas o medio vacías, sino de comprobar si las estás llenando o vaciando.
A veces se trata de insistir y lo difícil es insistir; y otras veces se trata de abandonar, y lo difícil es abandonar.
Norman Vincent, autor de El poder del pensamiento tenaz (1952), declaró que “siempre es demasiado pronto para desistir”. Modestamente podríamos matizar tan optimista reflexión diciendo que aceptar el fracaso cuanto antes es una forma de empezar a abrir otras puertas.
También Malcom Forbes resaltó la importancia de la insistencia con su conocido consejo: “Si quieres tener éxito, inténtalo lo suficiente”. Sin embargo, esta recomendación la acompañó de un corolario tan realista como inquietante: “Si quieres fracasar, inténtalo demasiado”. Y de hecho muchas veces lo hemos intentado demasiado, ¿a que sí? Lo que pasa es que solo lo supimos a toro pasado.
En todo caso, tenemos que valorar los potenciales logros no solo por lo que podríamos ganar, sino también por lo que podríamos perder en el camino. Cuando estamos “subidos” en la completa inercia de la consecución de una meta o de un sueño, es muy difícil “bajarse”.
Cerrar un proyecto al que se ha dedicado mucha vida y mucho esfuerzo exige aceptar la erosión al orgullo propio que supone dar por malas algunas de las decisiones tomadas y por perdidas las inversiones ya realizadas.
Entonces, ¿cuál es la clave para poder abandonar un proyecto cuanto es necesario hacerlo?
La clave para decidir dejar de perseguir una meta profesional es establecer a priori las condiciones o criterios en que debe producirse. De esta forma evitaremos que la toma de decisiones sobre continuar o abandonar se base en lo ya realizado e invertido (el pasado), en lugar de en la viabilidad real del proyecto (el futuro).
Antes de acometer un proyecto, para decidir cuándo deberías abandonarlo, establece el tiempo y la inversión máximas que vas a dedicar.
“El que no pueda lo que quiera, que quiera lo que pueda o que acepte lo que tenga”. Cuando he compartido esta reflexión en redes sociales, algunas personas han replicado que esa actitud supone rendirse o conformarse.
Pero cuando no se obtienen resultados o avances suficientes tras una inversión razonable (y a veces irracional) de tiempo, esfuerzo y recursos, deben buscarse nuevos retos o replantear el objetivo anterior y la estrategia utilizada para superar el estancamiento.
Aceptar que no siempre se puede no es un fracaso, es un signo de madurez que puede abrir otras puertas.
La entrada Cómo decidir cuándo abandonar tu sueño profesional se publicó primero en Con Tu Negocio.
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Los datos de crecimiento del comercio electrónico preocupan a todos los negocios que basan su modelo de relación con el cliente en un punto físico. Parece que Amazon y compañía están devorando su tarta: uno de cada cinco euros se gastan ya en Internet.
Según la Confederación Española de Comercio, los datos son especialmente catastróficos para los negocios más pequeños: crecimiento interanual nulo en la campaña de Navidad, rebajas prolongadas hasta marzo para dar salida a los stocks, petición de declarar al comercio sector estratégico para acelerar su digitalización…
¿Están realmente las tiendas abocadas a cerrar? ¿Es cierto que acabaremos comprándolo todo desde el sillón de casa? Frente a quienes hablan de apocalipsis del comercio físico, son ya muchas las voces que proponen su reinvención tecnológica, jugando con elementos como tiendas experienciales, con la fusión de lo físico y lo digital en un escenario omnicanal.
Algunas de las estrategias empleadas por las grandes marcas están indiscutiblemente alejadas de los negocios más pequeños, que no disponen de tantos recursos. Sin embargo, todos -sea cual sea su tamaño y su contexto- pueden usar la tecnología para reinventarse.
Ningún negocio físico, cuente o no con venta online, puede ya permitirse el lujo de quedarse fuera del lugar donde comienzan el 95% de las compras. Así que el primer paso debe ser desarrollar una presencia en Internet efectiva, que haga de “efecto llamada” hacia tu punto de venta físico. Para ello, es importante tener en cuenta que:
El 80% de los consumidores declara que prefiere comprar en una tienda física, siempre y cuando el hacerlo le suponga poder relacionarse con personas que le escuchan y que tienen conocimientos y actitudes de ayuda. Estarían dispuestos a pagar hasta un 16% más por tenerlo. Sin embargo, según un estudio de Oracle, solo el 1% de las empresas cumplen con las expectativas de sus clientes. ¿Qué está fallando cuando sabemos que la experiencia de cliente ya ocupa el tercer lugar, después de calidad y precio, como factor de decisión en la compra?
En contra de lo que pueda parecer, crear experiencias WOW, que les hagan volver una y otra vez, está al alcance de todos, también de los más pequeños. Los ingredientes son claros y tienen más que ver más con la actitud hacia el cliente que con la creatividad y las inversiones. Aunque, sin duda, la tecnología es el gran aliado que pone al alcance de todos las herramientas para que:
Estamos, sin duda, ante el fin de ese “ir de tiendas” cansado y aburrido que nos hace volver a casa con sensación de que no ha merecido la pena. Llega la compra experiencial: saldremos solo si tenemos la garantía de que resolveremos a nuestro gusto y de que además lo pasaremos bien.
Será la capacidad de metamorfosis de cada negocio para aprovechar el aspecto emocional de la compra, reconociendo y encantando (y por qué no, divirtiendo y sorprendiendo) a sus clientes lo que determine si cierra o amplía el local.
Y en este camino se lleva estar tanto en físico como en online. No están aquí para quedarse ni lo puramente online ni tampoco quien se resista a no meter la patita en la Red. Aunque, claro está, cada negocio deberá definir de qué modo está en cada entorno, tratando de aprovechar las particularidades de cada espacio para resolver necesidades distintas.
Lo online no terminará con los espacios físicos, y además puede (y debe) servir de altavoz a lo que allí suceda, proporcionando la excusa para ir a una tienda que ha digitalizado la relación humana, concediendo importancia a la experiencia y usando la tecnología para aportar un beneficio real.
Suben enteros los comercios que se reinventan combinando lo físico y lo digital para ofrecer un valor que levanta del sillón, que te reservan el aparcamiento desde el móvil, que acercan hasta casa o hasta cualquier otro punto de conveniencia la compra, que tratan de ponértelo fácil; que tienen la sostenibilidad, el desarrollo del barrio o el respeto al medio ambiente como valor. Aquellos que personalizan al máximo su servicio porque no pueden personalizar su producto, que consiguen que cada interacción tenga un “toque” que deje una impresión positiva duradera.
Servicio, personalización y omnicanalidad son apuestas seguras. Por el contrario, complicar la vida al cliente, no preguntarle ni tenerle en cuenta y descuidar esa cara de la empresa que son las personas que les atienden, son pasos certeros hacia el apocalipsis de tu tienda.
La entrada Tres estrategias para reinventar tu tienda se publicó primero en Con Tu Negocio.
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La eclosión de Internet, la llegada de las nuevas tecnologías y la consecuente y vertiginosa digitalización nos han adentrado en una nueva era que ha enterrado el mundo tal y como lo conocíamos. Ya nada volverá a ser como antes, pero muchos trabajadores continúan anclados en el pasado, viviendo de espaldas a una realidad tan compleja como cambiante.
“Tenemos que pensar constantemente qué pasará mañana. Las empresas necesitan gente curiosa, con ganas de aprender y de replantearse todos los procesos que hacen a diario para ofrecer un valor añadido. Hay que dejar de ser productivos para ser efectivos, lo que pasa no sólo por cumplir, sino por pensar si lo que se hace se está haciendo correctamente o si se podría hacer mejor. Y ahí entran en juego la creatividad, la imaginación y otras muchas competencias básicas de desarrollo. No nos podemos quedar parados”.
Son palabras de Eva Collado Durán, experta en marca personal y autora de “El mundo cambia, ¿y tú?” (Alienta-Planeta), un libro en el que desgrana las principales claves para diseñar el futuro profesional en plena era digital. Y es que, claro, el mundo cambia más rápidamente que las personas…
“Ese es el problema que tenemos. También cambia más rápido que las leyes, la política y la educación, por desgracia. Dicen que solo tenemos en nuestras manos el 20% de las tecnologías desarrolladas. Hay quienes lo asumen rápidamente, pero también quienes creen que no les va a afectar”.
Collado relata que durante la crisis económica muchas empresas únicamente pudieron preocuparse por sobrevivir, mientras otras tantas se rodearon de equipos para prepararse para el futuro. Pero el futuro se ha incrustado en el presente, que ha dejado de trotar para empezar a galopar y ha cogido un ritmo de progreso que ha dejado con la lengua fuera, sollozando, a más de uno, de dos y de tres…
El verdadero reto que tenemos en las organizaciones es formar al talento interno, que ya tiene el knowhow del negocio, y enseñarle a adoptar los nuevos procesos en la búsqueda del éxito. Por eso, las empresas tienen que ser transparentes y comunicadoras, para ayudar a la gente a subirse a este cambio.
“Replantearnos constantemente nuestra profesión. Ya existen algunas aplicaciones móviles que te dicen el tiempo de vida que le queda a un determinado empleo“.
Eva Collado lleva más de 20 años dedicados a la gestión del capital humano y su desarrollo (formación, selección, comunicación interna…) en diferentes organizaciones nacionales e internacionales. En la actualidad es consultora estratégica. Y uno de los motivos que la ha llevado a escribir su último libro ha sido el de plasmar la necesidad de enfrentarnos a una nueva realidad.
“Tenemos que desarrollar unas competencias internamente, que van desde la gestión del cambio hasta el desarrollo de las competencias interpersonales. Debemos tomar las riendas de nuestras vidas. Si no nos lideramos personalmente, difícilmente podremos liderar equipos y proyectos. Y ahí resulta crucial la vocación, porque no se puede trabajar sin pasión por lo que se hace. Las empresas, cada vez más, van a demandar personas totalmente comprometidas con el proyecto, personas que lleven la camiseta puesta. Personas, en definitiva, con valores y ética”.
“Las de toda la vida, pero con la variante de las nuevas tecnologías. Todas se pueden entrenar. Después del compromiso, son muy importantes los hábitos, la efectividad, las metas y, sobre todo, la gestión óptima de nuestro tiempo y la elección de la innovación y la excelencia como compañeros de viaje para poder aprender cada día”.
“Cuando se aprende se desaprende. Al final, debemos tener claro que lo que sabemos hoy no será suficiente mañana. Si creemos que los títulos que nos abrieron puertas en el pasado nos las seguirán abriendo en el futuro, estamos muy equivocados. Hay que mantenerse al día y formarse continuamente”.
La autora de “El mundo cambia, ¿y tú?” sostiene que en esta época tan darwiniana, en la que no sobrevivirán las empresas más grandes, sino las que mejor se adapten a los nuevos entornos y ecosistemas, también se ha producido una auténtica transformación de las relaciones laborales.
Collado asegura que lo que puede matar a una compañía son los costes fijos de estructura, como los salarios de los empleados. De ahí que las empresas cada vez vayan a acudir más a los knowmads, que no dejan de ser consultores artesanos, esas personas que se lo cuestionan todo, que dan una versión muy objetiva de cómo ven la empresa y los procesos.
“Son profesionales independientes que aterrizan en una compañía, se quedan un tiempo y dan pistas de cara al futuro. Se trata de personas generadoras de conocimiento, que no pretenden formar parte de ninguna plantilla. En su lugar, prefieren ir de proyecto en proyecto”. La autora cuenta que en Estados Unidos la cifra de freelances es próxima al 40%, que esa tendencia pronto llegará a España y que –de acuerdo con las estadísticas- nuestros hijos trabajarán en doce proyectos a lo largo de su vida.
Por otra parte, Collado recomienda a los empleados mostrarse disruptores si ven que las compañías en las que trabajan van lentas, así como ir con el dato en la mano, ofreciendo soluciones de futuro. En este sentido, indica que los trabajadores por cuenta ajena, cuando ven que esas organizaciones no avanzan a un ritmo adecuado, se marchan. Y lo justifica alegando que el verdadero talento no lo eligen las compañías, más bien “son las personas las que eligen las compañías en las que quieren trabajar”.
“Desde un punto de vista estratégico, porque la marca personal es una estrategia pura y dura. Hay que hacer una reflexión sobre quién se es, para enseñar al mercado quién se puede llegar a ser. A partir de ahí, se trabaja la propuesta de valor para presentarla en todos los canales posibles. También es importante tomarse la marca personal como un modelo de negocio propio, y revisarlo de forma continua”.
La entrada Eva Collado: ‘Debemos replantearnos constantemente nuestra profesión’ se publicó primero en Con Tu Negocio.
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El pasado mes de febrero, se cumplían diez años del lanzamiento de WhatsApp, la aplicación de mensajería instantánea más utilizada del mercado, a día de hoy. Aunque el aniversario pasó desapercibido prácticamente para todo el mundo, lo cierto es que en esta última década hemos vivido una auténtica transformación en las comunicaciones a todos los niveles.
La influencia de las apps de mensajería (WhatsApp, Facebook Messenger o Telegram) es tal que su uso masivo ha dado lugar a términos como el de “Generación Mute”, para referirnos a la los jóvenes que eligen los mensajes en lugar de la llamada tradicional como forma de comunicación principal.
Los datos del Informe Sociedad Digital en España, elaborado por la Fundación Telefónica, no dejan lugar a dudas: el uso diario de la mensajería instantánea casi duplica al de llamadas por móvil y fijo. De hecho, el 60% de la población envía mensajes instantáneos varias veces al día, mientras que un 24% llama por móvil y solo un 12% por el fijo. Estos porcentajes confirman las estadísticas sobre redes sociales que vimos en el anterior artículo, donde la plataforma más utilizada (y la mejor valorada) era WhatsApp, y no solo entre el público más joven.
Con estos datos, no es de extrañar que cada vez haya más empresas que apuesten por las aplicaciones de mensajería instantánea para relacionarse con su público. Desde un punto de vista comercial y de atención al cliente, plataformas como WhatsApp o Facebook Messenger tienen mucho que aportar, pero al tratarse de redes con tan alta penetración, debemos asegurarnos de que el enfoque sea el correcto.
El uso de la mensajería instantánea en las relaciones con los clientes aporta una serie de beneficios claros:
Pero no todo son ventajas. Ojo con lo que enviamos a través de aplicaciones de mensajería, porque perder a un cliente por este tipo de apps es casi tan fácil como contactar con él usando esta vía. Sobre todo tenemos que estar atentos a los elementos ‘extra’ que añadimos en los mensajes: enlaces, imágenes, documentos adjuntos… Todo lo que enviemos tiene que ser pertinente y de confianza. Ningún usuario hará clic en un enlace sospechoso de un remitente que no conoce. Tampoco descargará un archivo que sea potencialmente peligroso para su dispositivo. Para solucionar esto, plataformas como WhatsApp Business proporcionan plantillas para optimizar el mensaje.
Aunque pueda parecer sencillo, llegar hasta un usuario valiéndonos de aplicaciones de mensajería no es tarea fácil. Pensemos en lo que cuesta conseguir un lead, una solicitud de contacto donde figure el teléfono del posible cliente, por ejemplo. Antes de siquiera escribirle, tendríamos que recurrir al Opt-In para que esa persona acceda a recibir nuestro contenido (y cuidado con descuidar la RGPD).
Para empezar a movernos con éxito en el mundo de la mensajería instantánea, tenemos que considerar estas apps como redes sociales y, por tanto, integrarlas en el plan de comunicación de nuestra empresa como un canal de comunicación más. Esto implica definir objetivos, pensar una estrategia y medir los resultados. Un punto a nuestro favor es la buena disposición de los internautas al contacto instantáneo y también que, de momento, el uso profesional de estas redes es gratuito.
La entrada ¿Es posible ganar clientes con las apps de mensajería instantánea? se publicó primero en Con Tu Negocio.
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Mientras otros quemaban la noche de Magaluf, él consumía terabits de información en la Red. Jaume Riutord es pionero en esa generación millennial a la que Internet despertó vocación emprendedora, pero además es ejemplo de esos pocos que han convertido en exitosas y rentables las cientos de amanecidas frente al ordenador. Y con la peculiaridad de triunfar con su tienda online en un sector tan obstinadamente offline como el de materiales de construcción, donde consigue ganar visibilidad entre la apabullante operativa de grandes multinacionales.
Materiales de Fábrica facturó 3,5 millones de euros en 2018, y para este año espera cruzar los 7 millones. Un proyecto que camina hacia la consolidación y la internacionalización con el liderato de un joven de 30 años. Pero en este caso la juventud tiene poco –por no decir nada– de bisoña. El mallorquín Jaume Riutord lleva desde los 19 jugueteando con las oportunidades que identifica en Internet en un recorrido que compatibilizó con los estudios de Odontología que nunca ha ejercido, porque ya entonces sabía que “mi vocación estaba en otro lado”.
“Cuando empecé, no tenía conocimientos especiales de informática, pero me lo pasaba bien”, recuerda. “Mis primeras web no eran de gran calidad, pero sirvieron para aprender mucho sobre diseño web y SEO, sobre SEM y usabilidad”. De hecho, ya desde aquellas primeras experiencias para monetizar modelos de tráfico de afiliados, tuvo claro que el éxito en la red tiene mucho de equilibrio entre el posicionamiento orgánico y la inversión en publicidad: “El SEO puede ser muy rentable, porque no tiene un coste directo, pero debes tener cuidado para no depender de él, ya que un tropiezo con Google puede poner en riesgo tu negocio”.
Y tras varios intentos, llegó en 2010 el momento de la verdad. “El siguiente proyecto fue 3presupuestos.com, que nacía con un planteamiento más profesional, el aprendizaje acumulado y el dinero ahorrado de otros negocios”.
La propuesta de esta plataforma, que une demanda con oferta para servicios de construcción y reforma, aterrizaba en plena debacle de la burbuja inmobiliaria. Pero la convulsa realidad también animaba a las empresas a buscar oportunidades, lo que permitió que el proyecto pronto desbordara las fronteras mallorquinas para crecer en la península, en especial en grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia.
Y en 2013 llegó el que parece proyecto definitivo: Materiales de Fábrica. “3presupuestos pintaba bien, pero no nos había llevado donde queríamos estar, así que decidimos probar con otro modelo que permitía aprovechar sinergias y bases de datos comercializando materiales para los profesionales. Un campo donde además no había gran competencia en ese momento”, comenta Riutord.
Pero también costó más de lo esperado. Muchas de las marcas de referencia en el sector no querían ni oír hablar de Internet, lo que obligaba a convencerlas una a una o a buscar alternativas para incorporarlas a la oferta a través de distribuidores u otros intermediarios. “Cuando no tienes el respaldo de una gran inversión en promoción, no queda otra que ir poco a poco y con mucho esfuerzo, pero las ventas iban llegando”.
En 2016 sintieron que llegaba el punto de inflexión: aunque las ventas aún no eran muy significativas, eran recurrentes. Riutord ya había descubierto las palancas que impulsaban su negocio:
Hoy, con un equipo de 22 personas y cerca de 70.000 referencias, Materiales de Fábrica trabaja en su internacionalización. Un paso en el que continúa fiel a su filosofía de crecer con recursos propios. “Encontrar un inversor que te entienda no es fácil y, mientras podamos, preferimos crecer a nuestro ritmo”. Francia y Bélgica son ya una realidad, y en breve se sumarán Italia, Alemania y Portugal. Y a buen seguro cada mercado se convertirá en una nueva aventura.
Esta circunstancia no inquieta a Riutord, siempre que mantenga intacta su ilusión. Si hay algo que ha aprendido en estos años es que “el éxito solo llega si disfrutas todos los días con lo que haces”. Y pasarlo bien es una de las prioridades para este empresario que considera que durante la juventud se emprende más y mejor. “Cuando eres joven todo es más fácil, porque como no tienes nada, tienes poco que perder, pero a medida que crecen tus responsabilidades, las decisiones se complican”.
La entrada Caso real: Cómo tener un ecommerce millonario antes de cumplir los 30 se publicó primero en Con Tu Negocio.
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El 89% de los españoles usan activamente YouTube, lo que la convierte en la red social más utilizada en nuestro país, por delante de Whatsapp (87%), Facebook (82%) e Instagram (54%), según el informe “Digital 2019”, elaborado por Hootsuite y We Are Social.
Estas cifras nos indican que, si de verdad queremos impactar en nuestra audiencia, tenemos que incluir en nuestra estrategia de contenidos un canal de YouTube. Y ahora es cuando vienen las dudas, los agobios y, sobre todo, la falsa creencia de que para estar en YouTube tenemos que hacer una fuerte inversión en cámaras potentes, micrófonos y demás infraestructura. ¿Cierto? Pues no necesariamente.
Se pueden grabar vídeos en YouTube con un equipamiento básico pero suficiente y con una calidad aceptable. ¿Cómo? Sigue leyendo y al final del post decide si te animas a crear tu propio canal.
Es la primera duda que nos asalta. Si queremos grabar vídeos, habrá que hacerlo de una manera profesional y, por tanto, necesitaremos una cámara también profesional.
Siguiendo con este argumento, la respuesta es clara: hay que comprar una megacámara para que la imagen sea de alta calidad. Precios en el mercado para esta opción: entre 400 y 1.500 euros. ¡Primera piedra en el camino!
Lejos de desanimarte, párate a reflexionar. Si todavía no tienes un canal de YouTube y quieres lanzarte a ello, lo que te interesa es conectar con tu audiencia, establecer un canal de captación de usuarios. Es decir, lo importante es la propuesta de valor que vas a compartir en este formato.
Preocúpate solo de que cumplas con las normas mínimas de calidad y la primera es que tu vídeo tenga imagen en HD, es decir, alta resolución. Si quieres más concreción, necesitas una resolución de imagen de 1.280 x 720 píxeles.
La buena noticia es que cualquier móvil de nueva generación incluye estos parámetros de calidad. Por lo tanto, si al principio no quieres efectuar un desembolso grande, elige el móvil como opción. Precios en el mercado: alrededor de 300€.
Siguientes puntos que debes tener en cuenta: sonido y luz.
Los tres elementos importantes para que tus vídeos tengan un toque profesional son imagen, sonido e iluminación. Y para ello, debes hacerte con un equipo básico.
Este es el equipo básico, pero si dispones de un poco más de presupuesto y tienes claro que tu apuesta por YouTube va en serio, una opción que también debería estar en este conjunto de accesorios es:
Con todo lo anterior ya tenemos nuestro equipo básico para realizar vídeos de manera profesional, ahora hay que comenzar a grabar. Entre la infinidad de programas que existen para ello, debes tener claro lo siguiente:
Ahora que ya tienes toda la información, eres tú quien debe decidir. Conseguir suscriptores para tu canal ya es otra historia, pero el primer paso – crear tu canal- está más cerca.
La entrada Cómo montar tu canal de YouTube sin gastarte un dineral se publicó primero en Con Tu Negocio.
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